En las antiguas tradiciones tribales de muchos pueblos, se creía que los elementos naturales del entorno ayudaban a mantener vivos los espíritus de los antepasados, absorbiéndolos y transmitiéndolos a las generaciones futuras. Las piedras y la tierra, en particular, al sobrevivir a la fugacidad de los seres vivos, absorbían sus espíritus, garantizando su inmortalidad y actuando, así, como una especie de puente hacia las siguientes generaciones.

 

Y es de la tierra de donde procede la vida. Es a la tierra a la que vuelve. De la tierra renace. Es en la tierra donde arraigan las raíces del árbol del que somos fruto, que de la misma tierra se nutre para mantenerse firme, absorbiendo los elementos propios de un suelo determinado. Nosotros somos el producto de ese suelo, y es un fuerte cordón umbilical, invisible al ojo humano, el que nos mantiene siempre unidos a él, aunque nos vayamos a vivir a otro lugar, y nos garantiza no sólo el sustento necesario, sino también nuestra propia identidad precisa.

 

Con esta idea en mente, «Le mie campagne» quiere ser un homenaje a sus raíces, a su familia y a la tierra natal de la autora, Apulia. Es en el recuerdo de los lugares y momentos de la vida pasada donde uno revive el encuentro mágico con los seres queridos que nos han dejado y con el espíritu de los lugares donde crecimos y que forjaron nuestra esencia más profunda.

 

Recorriendo fragmentos de imágenes bucólicas y momentos más o menos felices de la vida, son casi palpables los sentimientos de nostalgia por tiempos y lugares ya pasados, por un lado, y de gratitud y orgullo por los propios orígenes, por otro.