¿Qué tan liberador debe ser poder decir lo que se te ocurra? ¡Cuánto cuesta! ¡Todo lo que pensamos y cómo lo pensamos! ¡Deshágase de la carga de guardarlo todo! Regurgitando sin vacilar lo que nos gustaría echar en cara a quienes nos han faltado al respeto (ya quienes, por otra parte, la vida tranquila y las convenciones sociales nos obligan a callar).
Pues esta suerte, Cassandra –protagonista de «La signora è morta» (La señora ha muerto) – ¡la tiene! Porque ella está muerta. O al menos ella cree que lo es, aunque no esté del todo segura. Sea como fuere, Cassandra finalmente vive la libertad más absoluta, la que solo se puede encontrar catapultándose a una dimensión totalmente separada de aquella en la que vivimos. En un "no-espacio" y "no-tiempo". Pero, entonces, ¿el protagonista muere o no? ¡Tienes que leer el libro! Pero, al final, ¿será tan importante descubrirlo? ¿O será liberador dejarse llevar por el torrente de pensamientos del narrador hasta perder la perspectiva que siempre nos lleva a querer saber cómo terminará…?
Tilde Ottomani, la autora, nos hace recorrer fragmentos de una vida "normal" que, entre algunas risas ligeras, algunas amargas y algunas reflexiones más existenciales, nos lleva a algunas preguntas. Cassandra a veces tiene algunas respuestas; otras veces no. Pero que importa? Finalmente disfruta de un estado de dicha en el que finalmente se ha descargado de todo lo que la vida nos depara. Ahora puede darse rienda suelta a sí misma. Ahora que no lo es, ahora que no lo es. No más coerción, presión, hipocresía o abuso. Estamos fuera de la dimensión terrenal (sin ningún significado religioso).
Quizás sólo de esta manera uno puede ser plenamente uno mismo, aunque no "siendo". O quizás ni así podamos "ser", porque en el fondo nuestra vida es el resultado de muchos lienzos que se entrelazan, a nuestro pesar, en el teatro del cosmos, en el que estamos inmersos junto a todos los demás...
¡Lectura que recomiendo a todo el mundo!
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